El discurso del presidente argentino Javier Milei en la Asamblea General de la ONU generó polémica al descubrirse que incluye un fragmento tomado de *The West Wing*, la famosa serie sobre la Casa Blanca. El pasaje, que se ha hecho viral, proviene del personaje Josiah Bartlet, interpretado por Martin Sheen, y ha suscitado críticas por su falta de originalidad. Esta no es la primera vez que el mandatario es señalado por plagio, ya que sus libros también han sido objeto de investigación.
El fragmento en cuestión dice: “Creemos en la libertad de expresión para todos; creemos en la libertad de culto para todos; creemos en la libertad de comercio para todos y creemos en los gobiernos limitados, todos ellos”. Esta frase, similar a la que pronuncia Bartlet en la serie, ha llevado a cuestionar la autenticidad del mensaje de Milei, especialmente en un contexto internacional donde la originalidad y la coherencia son cruciales. La serie, emitida en Argentina por Warner Channel, fue vista en múltiples ocasiones por su asesor Santiago Caputo, quien es un ferviente admirador.
Las similitudes son innegables, ya que el monólogo original aborda temas de libertad y opresión de manera muy parecida. Bartlet afirma: “Estamos a favor de la libertad de expresión en todas partes. Estamos a favor de la libertad de culto en todas partes”. Esto plantea interrogantes sobre la capacidad de Milei para articular una visión política propia, además de levantar la bandera de una ideología que, aunque similar en sus postulados, proviene de un contexto completamente diferente. Mientras el presidente estadounidense de la ficción es un progresista, Milei se posiciona como un político conservador y libertario.
Las críticas no se han hecho esperar. El periodista Hugo Alconada Mon destacó que este tipo de actos no solo desvirtúan el discurso político, sino que también evidencian una falta de profundidad en la propuesta del presidente. En un país donde la narrativa política y la cultura popular a menudo se entrelazan, el plagio de Milei en la ONU deja claro que, a veces, la realidad supera a la ficción, pero no siempre para bien. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta dónde llegará el mandatario en su búsqueda de una identidad política auténtica?