La inflación no solo ha llevado a recortar el consumo de ciertos productos que quizas no componían las primeras necesidades pero que de todos resultaban importantes para las personas. Según estadísticas divulgadas por el propio Ministerio de Agroindustria, el consumo de leche por parte de los argentinos se desplomó duramente durante 2016, alcanzando los niveles más bajos desde la crísis de 2001.
Según los datos oficiales, cada argentino tomó cuatro litros menos de leche que un año antes, con una caída del 9,2%. La ingesta por persona se redujo así a 40,1 litros anuales una proporción de menos de media taza por día alcanzando el nivel más bajo de consumo desde 2003.
El motivo principal de la baja en el consumo es sin lugar a duras el durísimo aumento de precios que sufrieron los lácteos en el último año.
Si se tiene en cuenta los datos del "Indec porteño", los alimentos sufrieron una inflación del 26,7 % mientras que los lácteos superaron el porcentual al alcanzar un aumento promedio del 39%.
En la misma línea, el consumo de yogures sufrió una caída del 9,4% es decir que durante 2016 se compraron menos de 10 kilos por persona un índice que no se registraba de 2004. Por otro lado, el consumo de dulce de leche se perforó el piso de 3 kilos por habitante, algo que no se veía desde 2006.
Uno de los puntos que más preocupa a los expertos es que los lácteos, generadores de saciedad, suelen cambiarse en la mesa por más bebidas con azúcar, harinas y otros hidratos de carbono, alimentos que en general ya se consumen muy en exceso.