A pesar de que el Gobierno puso al ministro del Interior,
Rogelio Frigerio, como vocero de que la "convocatoria" a un "consenso" a distintos sectores para "dar la señal de acuerdo" no será a libro cerrado alrededor de los 10 puntos que se filtraron hace días y que, como consecuencia de los rechazos que ya obtuvo, el Ejecutivo está dispuesto a "aceptar cambios", la propia Casa Rosada hizo trascender una versión que desmiente al funcionario:
si bien la invitación de Mauricio Macri se amplió a Cristina Fernández de Kirchner y otros presidenciales, la Iglesia, la CGT y otros sectores, a través de una carta firmada por el presidente, se conoció que los objetivos están más vinculados con culpar a la oposición por la crisis que con incluir las propuestas opositoras.
El Gobierno de Macri hizo circular a la prensa que la convocatoria
"no es un plataforma ni un programa de gobierno ni un contrato de adhesión", como para responder los cuestionamientos que ya había encontrado de dirigentes opositores, pero aunque parezca entre insólito e increíble afirmó que es una invitación para discutir lo que para el Gobierno son
"las 10 cosas que el mundo no tiene clara la posición de la oposición".
Es decir, Macri insiste con su
teoría de que la crisis económica que provocó su gestión es culpa del temor del mundo a la oposición y propone salvar esa situación mediante una convocatoria a que la oposición aclare si está o no de acuerdo con 10 ejes de la administración Cambiemos. "Despejar esa duda es muy importante para el país", reconocieron fuentes del oficialismo.
Después del ruidoso fin de semana que comenzó con la filtración del "decálogo", siguió con contactos y llamados de Macri al senador Miguel Ángel Pichetto; el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey; el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, y el exministro de economía Roberto Lavagna; y terminó con los rechazos -hasta el momento- del ex intendente de Tigre y el ex ministro de Economía y los agresivos tuits presidenciales que dejaban picando sus ataques a CFK, el Gobierno amplió la convocatoria a líder de Unidad Ciudadana y al ex gobernador bonaerense Daniel Scioli (con quien el mandatario habló por teléfono anoche).
La convocatoria será a través de una carta firmada por Macri. Así, el Gobierno le puso primera de manera formal a la accidentada convocatoria que ensayó desde la semana pasada a la oposición, entre los que se destacan los presidenciales, los 24 gobernadores, los representantes de la CGT, la iglesias Católica y Evangélica y empresarios.
La misiva también fue dirigida al Grupo de los 6, que nuclea a la Unión Industrial Argentina (UIA), la Sociedad Rural (SRA), la Bolsa de Comercio, la Cámara de Comercio, la Cámara de la Construcción y la Asociación de Bancos Argentinos (ABA), la CAME y La Asociación Empresaria Argentina (AEA), entre otros sectores.
Según reconocieron desde Casa Rosada, se eligió la modalidad de llamar a la oposición a través de una carta por temor a las "discusiones". Cabe recordar que la última vez que Macri y Cristina hablaron por teléfono, en 2015 cuando Cambiemos ya había ganado las elecciones, terminó con una discusión en la que, según la ex mandataria, el líder PRO se enojó y la maltrató, situación que culminó con la interrupción del llamado.
CÓMO SIGUE EL OPERATIVO "CULPAR"
Según dejó saber Cambiemos,
el intento de Macri -a 5 meses de las elecciones y a 7 de finalizar su mandato- continuará con reuniones bilaterales. Desde el oficialismo no reconocieron a La Nación si buscan una foto entre el Presidente y los líderes opositores, pero tampoco lo descartaron.
A la mencionada ronda de llamados que ya hizo el líder PRO -Massa, Urtubey, Lavagna, Pichetto y Scioli-, se le sumarán las cartas con la convocatoria formal y encuentros cara a cara con quienes accedan. Hoy habría una reunión entre Marco Lavagna y Frigerio en la Casa de Gobierno.
La carta fue producto, como es esperable, del jefe de Gabinete, Marcos Peña, y del ministro del Interior, pero La Nación pudo saber que se terminó de afilar hoy después del desayuno que compartieron con la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.