15.06.2018 / Cambiemos

El sorpresivo rol de Vidal en la salida de Sturzenegger y la llegada de Caputo al Central

La historia que derivó en la salida del exfuncionario de la Alianza del Banco Central renació con el inicio de la "turbulencia cambiaria", tuvo un impasse con el anuncio de la vuelta al FMI, pero se materializó ante el fracaso del acuerdo stand by como mensaje al mercado. Sin embargo, una decisión de la gobernadora bonaerense fue crucial a la hora de decidir al nuevo jefe del BCRA.


"Vamos a delegar como corresponde la responsabilidad de bajar la inflación en el BCRA, que irá comunicando qué medidas irá tomando y pronósticos. Queda claro que es fundamental bajar la inflación", dijo el presidente Mauricio Macri a mediados de mayo, cuando le "devolvió" a Federico Sturzenegger el fardo del control de la suba descontrolada de precios tras la "turbulencia cambiaria" y el anuncio de la vuelta al endeudamiento con el FMI. Ese fue el principio del fin para el exfuncionario de Fernando de la Rúa. Había zafado antes, tras el trágico 28 de diciembre en que el ala política decidió intervenir y hacer que el ala económica "recalibre" la meta inflacionaria y la lleve al ya súper abandonado 15%. No zafó a que ni el stand by de USD 50 mil millones calme la escalda del dólar y se tuvo que ir.

De esa forma es que llegó Luis Caputo, el que "jugaba la Champions League", al Banco Central y se volvió al esquema de un solo Ministerio, el de Economía y Finanzas, a cargo de los números. ¿Pero fue "Toto" la única alternativa que manejó Macri para conducir un Central con elevada inflación, dólar descontrolado, tasas por las nubes y desconfianza del mercado?

Según reveló Letra P, el jefe de Estado tenía una muy breve nómina de nombres desde que la danza de la salida de Sturzenegger empezó a ser bailada por el tridente Marcos Peña - Mario Quintana - Gustavo Lopetegui. No obstante, sí tenía un "estilo" en mente: el del extitular del BCRA durante un período de kirchnerismo, Martín Redrado.

La imposibilidad de poder escribir ese nombre como cabeza de directorio del organismo debido al tendal de internas y enemigos que dejó este último allí, llevó a que de movida la mesa chica presidencial lo descartase y barajara una opción ideal: el ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Hernán Lacunza. Y allí llegó el trascendental rol que habría jugado María Eugenia Vidal.

Lacunza es casi un sucesor directo de Redrado en la faz política y práctica, uno que no decidió jugar para Sergio Massa. Compartieron años de trabajo en Fundación Capital, un think tank que asesora a cientos de empresas y luego se desempeñaron
como presidente y gerente general del Central hasta el año 2010, cuando empezó el conflicto entre Redrado y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.



¿El problema? Sacárselo a Vidal. El "no" de la gobernadora, tal como describe el artículo de Letra P, fue contundente. Es que el funcionario es un uno de los núcleos de la administración de la dirigente macrista con mejor imagen en terreno bonaerense. "Tiene que haber otras opciones”, agregó, como remate de la negación.

La Casa Rosada pretendía con Lacunza un banquero central con un perfil integral, parecido a Redrado. Ni un hombre de la academia del mercado y la City ni uno de uno de perfil teórico o de la producción. Ante la negativa de Vidal, el Ejecutivo nacional apeló al único hombre que, aunque con un perfil muy distinto al de un jefe del BCRA, sigue siendo bien considerado dentro del Gabinete: Caputo.

El exbanquero del Deustche Bank, a diferencia de Sturzenegger y de Lacunza, es un experto casi exclusivo en el manejo de
la mesa de dinero. Un jugador que juega en un solo puesto, un especialista. Aunque, justamente, ese "puesto de la cancha" es uno de los problemas más urgentes del desmanejo de su antecesor.

Y “es un hombre del mercado”, describen los economistas de la City que admiten que el cambio de figuras es una de las últimas señales políticas que Cambiemos puede darle a los mercados. No obstante, las dudas subsisten: ¿cambiar de nombres soluciona las "turbulencias", o se convertirá en un pequeño gesto que no hace más que explicitar la ausencia de rumbo?