"Una imagen vale más que mil palabras", dice un famoso proverbio chino que, tal vez, algunos políticos argentinos estén poniendo en práctica en los últimos años. Es que, casualidad o causalidad,
las fotografías publicadas de dirigentes "sorprendidos" en escenas de la vida cotidiana significan, al menos, dos hechos objetivos: que supuestamente hicieron cosas "terrenales" que no suelen hacer y alguien, sin avisarles, los fotografió, y que, además, ese material llegó a los medios de comunicación.
Lo cierto es que se difunden para intentar acercar a los funcionarios a "la gente". ¿Por qué volver a hablar del tema?
Porque otra vez un dirigente de Cambiemos fue protagonista de la espontaneidad o del marketing político: esta vez le volvió a tocar la gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal, que hizo una visita exprés a Pinamar, donde gobierna un intendente PRO, y se bajó "sin avisar" de su camioneta en una juguetería para comprar regalos para Reyes Magos.
Cuando su recorrida exprés por Pinamar llegaba a su fin, según Infobae, Vidal "se bajó literalmente del protocolo", le preguntó al intendente local Martín Yeza si la esperaba cinco minutos, pidió que frenaran, se bajó seguida por sus custodios y entró a un local de ojotas.
"Vine a comprar los regalitos de Reyes", avisó a las vendedoras, quienes quedaron entre el tedio de una venta más y la sorpresa de tener enfrente a una figura pública. Diez minutos y varias selfies después, volvió al vehículo, hizo dos cuadras y bajó en una juguetería.
¿Es la primera vez que la dirigente macrista de mejor imagen pública "rompe el protocolo"? No es la primera vez:
también a Vidal la habían fotografiado "de casualidad" haciendo las compras en un supermercado a comienzos de su mandato. La mandataria no parecía darse cuenta de que la estaban fotografiando, con un look casual, con short, ojotas y una mochila.
Otro que incurrió en la "espontaneidad" es el propio presidente Mauricio Macri, pero
antes, en septiembre de 2016, la primera dama Juliana Awada salió a hacer compras y sorprendió en el Barrio Chino junto a la pequeña Antonia.
Awada y su hija llegaron al pintoresco lugar acompañada por dos custodios y compraron especias, pescados y pastas. La Primera Dama se mostró muy relajada con un outfit casual de campera color verde militar, jeans chupines y zapatillas blancas.
Meses más tarde, en noviembre, se hizo viral una imagen de la gobernadora sentada en un local de comidas rápidas de La Plata mientras con una mano sostenía el tenedor con el que comía una ensalada, y con la otra hablaba por celular. La mandataria provincial estaba acompañada en un Mc Donald's por su hijo Pedro y regresaba de un acto en Lomas de Zamora, donde con el intendente de esa localidad, Martín Insaurralde, había entregado chalecos blindados para efectivos de las fuerzas de seguridad bonaerense.
En diciembre del 2016, tras un día agitado por la ley de reforma al impuesto a las Ganancias, Macri, su esposa Juliana Awada y su hija menor Antonia aparecieron sin aviso en una hamburguesería de Olivos, muy cerca de la Quinta Presidencial. La familia presidencial se sentó en el restaurante sin custodios a la vista, "como cualquier cliente".