Peritos de la Gendarmería y de los estudios Lanusse y Romero Victorica determinaron que el fiscal Alberto Nisman fue asesinado de un disparo en la cabeza en su departamento de Puerto Madero. Según la fuerza de seguridad se intentó ocultar modificando el escenario del crimen, para simular un presunto suicidio gatillado por una eventual crisis anímica.
El debate técnico se hizo frente a una réplica exacta del baño donde apareció muerto el fiscal federal, y tuvo como protagonistas a 34 peritos que representaban a las partes en conflicto y a la Gendarmería, designada por la justicia para determinar si a Nisman lo mataron o se suicidó.
Los fundamentos de los peritos:
- Se hicieron tres pericias (en La Plata y Salta) que comprobaron que el arma usada para matarlo deja residuos de disparo, mientras que no encontraron ningún resto de pólvora en Nisman cuando revisaron su cadáver.
- El arma fue encontrada en la puerta del baño al lado del cuerpo, lo que demuestra que le dispararon y tiraron la pistola junto al cadáver.
- El disparo fue hecho detrás de la oreja y en forma perpendicular, y no se apoyó el caño. Ese no es un procedimiento habitual en un suicida. No hay forma física de hacerlo.
- Nisman tenía un golpe en la pierna izquierda y otro en la cabeza. Son golpes profesionales para reducir a una víctima, que no encuadran en una hipótesis de suicidio.
- Se encontraron restos de Ketamina, una sustancia usada para apaciguar a una probable víctima. No se hallaron rastros de esta sustancia en la vivienda que utilizaba el fiscal federal.
- Nisman recibía en su departamento a la madre, a las dos hijas, a sus dos secretarios, a la señora del personal doméstico, a sus custodios, a sus amigos y a Lagomarsino. Tras conocerse su muerte, se hizo una pericia para recoger huellas, y solo se encontraron dos muestras que pertenecían al fiscal asesinado. Y nada más. Es decir: los asesinos de Nisman limpiaron todas las huellas.