La decisión de Departamento de Estado de Estados Unidos de prohibirle la entrada a Cristina Fernández de Kirchner revivió otra decisión, también de índole política que había afectado al ídolo de todos los argentinos. En 2018, el gobierno de Estados Unidos volvió a negar la entrada a Diego Maradona, reviviendo una situación que databa de 1994, cuando el astro del fútbol había sido expulsado del Mundial de ese año tras dar positivo en un control antidoping. En esta ocasión, la razón para la negativa fue mucho más política, ya que Maradona había llamado “chirolita” a Donald Trump durante una entrevista para la cadena venezolana TeleSur.
Según relató el por entonces abogado de Maradona, Matías Morla, la solicitud para conseguir la visa había sido difícil de procesar debido a las declaraciones del ex futbolista contra Trump, que cursaba su primera presidencia. "Cuando estábamos por conseguir la visa, Diego dijo que Donald Trump es un chirolita. Así que imagínense que mi pedido quedó en el segundo subsuelo de la Embajada", había comentado Morla. El abogado explicó que, a pesar de las intenciones de Maradona de asistir al juicio civil que su ex esposa Claudia Villafañe había iniciado en Miami, las relaciones tensas con el gobierno estadounidense de Trump obstaculizaron su entrada.
La relación entre Maradona y Estados Unidos comenzó a deteriorarse en 1994, cuando el exfutbolista dio positivo en el control antidoping durante el Mundial de ese año, lo que provocó que perdiera su visa. El futbolista había consumido varias sustancias estimulantes, aunque siempre sostuvo que fue a causa de un antigripal.
"No me drogué, fue culpa de un antigripal. Me cortaron las piernas", expresó Maradona en ese entonces, una frase que quedó marcada en la historia del fútbol.
A pesar de que Maradona trató de retomar el proceso de obtención de la visa en 2018, la respuesta fue negativa. El gobierno estadounidense volvió a cerrar las puertas a quien es considerado uno de los mejores futbolistas de la historia, justo en el momento en que buscaba presenciar un juicio que lo involucraba directamente.