En el marco de la
8va Conferencia Internacional sobre Flujos Financieros Ilícitos realizada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, especialistas de más de 20 países disertaron sobre una problemática que afecta a la región y a la Argentina en particular. Durante cuatro jornadas -que iniciaron desde el martes 16 al viernes 19 de julio- los expertos convocados analizaron "alternativas para abordar desde la cooperación tributaria internacional en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) las maniobras de evasión y elusión fiscal que despliegan las grandes empresas y los individuos con elevados patrimonios".
Por eso,
Política Argentina dialogó con uno de sus protagonistas, Adrián Falco, que es sociólogo y coordinador del
área de Justicia Fiscal de la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latindadd) y secretario ejecutivo de la Red de Justicia Fiscal de América Latina y el Caribe (RJFALC).
Además, Falco posee estudios de posgrado en economía feminista por la Universidad Nacional de San Marcos de Perú y sobre políticas públicas e integración regional por FLACSO. También coordinó investigaciones referidas a impuestos a las grandes fortunas, al vínculo entre la justicia fiscal y el financiamiento educativo y a temas de transparencia en la información fiscal y financiera.
En ese sentido, el experto planteó la necesidad de "reformar en América Latina los
sistemas tributarios y volverlos más progresivos", pero advirtió la "falta de voluntad política" y la intervención del lobby empresarial. En cuanto al contexto específico de Argentina, el Gobierno de Javier Milei y la oposición, resaltó que se trata de una administración pensada "para que unos pocos se enriquezcan y otro tanto viva de algunas migajas".
- ¿Cuál es el eje de tu disertación y cuáles son los principales argumentos?
- Nosotros desde la Red de Justicia Fiscal peleamos por varias cuestiones. Una tiene que ver con los mecanismos que hacen que el dinero salga de nuestros países. No existen espacios supranacionales en la región para poder identificarlos. Hoy la gobernanza de todos esos temas está siendo llevada adelante por la OCDE. No estamos de acuerdo con eso porque pensamos que la OCDE no es un espacio democrático para nada, solamente representa los intereses del G7, de los países más industrializados, más poderosos. El club de los países ricos, como algunos lo llaman. Por eso lo que pretendemos desde el sur global es cambiar el eje, poner énfasis en el combate a los flujos financieros ilícitos y en las reformas que necesitan los sistemas tributarios a nivel nacional. Hay como ejes comunes en todos los sistemas tributarios, por lo menos los de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, un elevado gasto tributario, una regresividad profunda de los sistemas, es decir que los que menos tienen son los que más aportan, la dificultad para agravar a las grandes corporaciones, entre otros.
- ¿Considerás que las sociedades están lo suficientemente informadas sobre estas problemáticas que mencionás en materia fiscal?
- No, hay un déficit muy profundo de formación en estos temas. Estos son temas que hay una discusión eterna sobre qué viene primero, si lo técnico o lo político. Cuando uno plantea estos temas desde la política, lo que plantea es buscar soluciones posibles, reales, y la técnica acompaña. No debería haber un problema de implementación sino que en el fondo lo que esto significa es que hay un problema político. No hay una voluntad política real de modificar estos esquemas. Lamentablemente la existencia de paraísos fiscales te da la pauta de la forma de funcionamiento que se tiene, que es la opacidad total.
- ¿Por qué pensás que existe este diagnóstico?
- Nosotros también hacemos un trabajo bastante pedagógico en este sentido porque necesitamos que estos debates tomen estado público.
A veces está muy desperdigado en la sociedad que pagar impuestos está mal, que pagar impuestos te hace un tonto, que los impuestos no se pagan, que los impuestos se evaden. Pero al fin del día, cuando analizás sobre quién recae más el pago de los impuestos, es en las clases trabajadoras. Los ricos no pagan impuestos o disminuyen su parte de impuestos a través de mecanismos, como los servicios financieros offshore. Tienen esa capacidad y esa posibilidad. Todo eso hace que los países terminen con un presupuesto exiguo, un presupuesto público que les impide atender necesidades muy concretas como el acceso a la salud, a la educación, al empleo, a infraestructura de calidad. Recaudamos poco y recaudamos mal. Por eso volvemos a que no hay voluntad política real de reformar los sistemas tributarios y volverlos más progresivos. Que los que más tienen paguen más. Lamentablemente es así en toda América Latina.
-¿Cuáles serían las problemáticas que hoy afectan a la Argentina en materia fiscal?
- Argentina necesita revisar su gasto tributario. Hay mucho dinero que el Estado deja de recaudar y que podría ser utilizado para políticas sociales. Hay algunos sectores que por la dinámica propia de la economía sí necesitan de algunas exenciones para poder desarrollarse. Pero en la mayoría de los casos no. Obviamente hay cuestiones que también tienen que ver con la incorporación de tecnología, como la factura electrónica por ejemplo, que nos permita entender la trazabilidad de un producto.
- ¿Qué tipo de decisiones deberían tomarse para ir hacia esa revisión?
- Por otra lado, Argentina tiene que apoyar muy fuertemente todo el trabajo de la Plataforma Tributaria de América Latina y del Caribe que es un espacio supranacional que ha surgido recientemente con el apoyo de Cepal para trabajar sobre temas de progresividad, de impuestos ambientales, gasto tributario y transparencia. Y este último es uno de los puntos en que Argentina necesita trabajar muy fuertemente. Obviamente seguir firmando intercambios automáticos de información con países, tratar de que la AFIP tenga capacitación permanente respecto a nuevas tecnologías para poder hacer mejor entrecruzamiento de información y mejorar su capacidad de fiscalización, lo mismo con la Aduana.
Si no fiscalizamos, se nos está yendo el presupuesto de los argentinos y las argentinas. Los recursos como la salud y la educación de los argentinos están en paraísos fiscales. En Argentina, no tenés datos de evasión de impuestos. Eso es información clave que la sociedad tiene que saber. Si recuperamos parte de esa evasión, podemos incluso reducir la cuota del monotributo, reducir ingresos brutos, reducir los impuestos a los pequeños y medianos empresarios. Pero está absolutamente desequilibrado el sistema, es absolutamente regresivo.
-¿Y creés posible que se pueda revertir esto en Argentina?¿Podría ser posible ir hacia un sistema más progresivo? ¿Tenemos las herramientas o faltan adquirir más?
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Creo que más allá de herramientas, requiere voluntad política, y creo que está más claro que nunca que el gobierno que tenemos hoy tiene la voluntad política de bajar los impuestos porque asume dentro de su ideología que la baja de impuestos favorece la inversión. Lamentablemente también hay un actor solapado en esta historia, que es el Poder Judicial interviniendo permanentemente, obviamente defendiendo intereses. Lo mismo pasa en el Poder Ejecutivo. Ningún poder está exento de los lobbies empresariales.
- ¿Cuál ese ese rol del Poder Judicial al que te referiste?
- El Poder Judicial se especializa en muchos casos en trabar estas normativas esenciales para ofrecer mayor transparencia y tener mayor información. Estas normativas terminan judicializando procesos que son de otra índole, con incluso argumentos bastante increíbles, como el que una empresa brinde información sobre cómo planifica su pago de impuestos y que lo consideren como una violación a los derechos de las empresas o el derecho a la intimidad o cosas por el estilo. Eso es una locura. Por eso si hay voluntad política hay cambio, pero también ese cambio tiene que venir de la mano de un cambio de cultura en relación también a lo judicial.
- ¿Hay algún ejemplo de normativas que vayan en el sentido que mencionás pero que hayan sufrido intervenciones judiciales?
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En la Argentina tuvimos la posibilidad de construir algunas herramientas, que se llevaron adelante con variado éxito, sin ir más lejos lo que fue el aporte de las grandes fortunas. Eso fue una gran idea porque el país necesitaba recursos. También fue una gran idea el hacer que ese aporte tuviese asignación específica, es decir, ‘voy a recaudar tanta plata de tal sector para aplicarlo a tal lugar’. Lamentablemente muchos judicializaron eso y estábamos hablando de 13.000 personas nada más y somos cerca de 50 millones de personas. O sea estamos hablando solamente de 13.000 que no quieren que se los fiscalice, que no quieren que se los audite, y que tienen planificación fiscal agresiva para no pagar impuestos en ningún lugar del mundo.
- ¿En otros países del mundo también se ponen trabas a este tipo de reformas?
- Sí, claro. En América Latina es permanente. Todos los países de América Latina tienen sistemas tributarios absolutamente regresivos, tienen élites empresariales que impiden o que bloquean reformas.
Si vos comparás la presión tributaria, es decir, lo que representan los impuestos dentro del PBI, los países más ricos del mundo tienen un promedio del 35%. En América Latina no llega al 22%. Ahí está la pauta de cómo en América Latina nos cuesta muchísimo aumentar la carga tributaria. Un problema también es que las administraciones tributarias no tienen tanto la capacidad para fiscalizar eso. Tampoco hay cooperación entre ellas. Es mucha información para sectores muy pequeños dentro de las administraciones tributarias. Y eso es común en toda la región. Nosotros insistimos permanentemente en que se capacite a los funcionarios de las administraciones tributarias que entiendan permanentemente cómo está funcionando el sistema financiero internacional, que tenga capacitación permanente tecnológica, de nuevas herramientas, utilización de inteligencia artificial para encontrar estos principios de fraude.
- Hay un componente político claro en la problemática...
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Falta voluntad política para hacerlo, en muchos casos. En otros hay voluntad política, pero no hay apoyo popular para poder llevar adelante estas reformas. Y peleamos permanentemente contra el lobby empresarial, que es poderosísimo.
- Hasta el momento, el gobierno liberal de Javier Millei está legitimado por parte de la sociedad, ¿vos considerás que va a poder sostener este tipo de políticas públicas en el tiempo, que va a poder perpetuarlas?
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En principio me parece que la gente no votó esto. La gente votó salir de una situación. A mi me parece que esa situación ha empeorado porque el sector privado, del cual tanto se orgullece nuestro presidente, lo único que sabe hacer es pedir regulaciones que terminan perjudicando a los trabajadores y a las trabajadoras. Todas las medidas que se toman en favor de los empresarios, sin excepción, terminan perjudicando a la clase trabajadora.
- En La Libertad Avanza y sus socios no están de acuerdo con eso.
- Si las empresas no pagan impuestos, los trabajadores van a tener que pagarlos. ¿Cuál es el ejemplo de eso? La suba del mínimo no imponible de ganancias. Si el gobierno genera una reforma laboral que implica pérdida de derechos laborales, claramente los perjudicados son los trabajadores. Argentina está pensada por este gobierno para que unos pocos se enriquezcan y otro tanto viva de algunas migajas. Y aunque parezca un lugar común, esto es así en muchos países de América Latina que han replicado el antecedente del mileísmo, como el fujimorismo en Perú. Tiene muchos puntos en común con el mileísmo como por ejemplo una reforma brutal, un ajuste brutal, una desocupación brutal y una pauperización absoluta del mercado laboral.
- ¿Y cuál es el modelo alternativo que creés que se puede pensar?
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Nosotros planteamos que la salida no es el ajuste, no hay ningún tipo de futuro en el ajuste. El punto de salida está en la reforma de los sistemas tributarios, en que los ricos paguen realmente lo que tienen que pagar de impuestos porque es mentira que pagan muchos impuestos. Y vamos a ver que cuando eso suceda, cuando ellos realmente se abran a un plan de transparencia fiscal, ahí los Estados van a empezar a recaudar mayores recursos. Lamentablemente los Estados necesitan recursos para funcionar y no los están pudiendo obtener de esa fuente que son las grandes empresas, las grandes corporaciones.
- ¿Estás de acuerdo con que hay algo también de lo discursivo, lo cultural, en lo que este gobierno en particular apostó muy fuerte? ¿Cómo analizás que muchos ciudadanos de a pie expresen que en el anterior gobierno se pagaba poco y ahora corresponde pagar más?
- En lo que hay que trabajar más fuertemente, y a nivel cultural, es mostrar en dónde está el Estado.
No basta con decir el Estado presente, hay que mostrarlo en cada lugar. Eso a veces cuesta porque estamos tan acostumbrados a tener un Estado fuerte, que cuando veamos que empieza a desaparecer nos vamos a dar cuenta muy tempranamente de por qué empieza a desaparecer. Por eso, la lógica de este gobierno es reemplazar al Estado por el sector privado. En muchos países de América Latina el sector privado lo reemplaza mal, claramente, porque el Estado no hace negocios, no busca un rédito, y en muchos países de América Latina te das cuenta dónde no está el Estado. En Argentina todavía lo es. Pero hay que transitar ese camino del cambio cultural, de entender dónde está el Estado para que justamente la gente cuando vaya a pagar una tasa, cuando vaya a pagar un impuesto, entienda que eso no es tirado de una bolsa rota, sino que eso es el salario de los docentes, de los médicos, de la formación de los médicos, o sea, el salario de los profesores y profesoras que forman a médicos, que forman a especialistas, que forman a contadores, a abogados, que forman la materia prima de nuestro país, que es el conocimiento. El Estado no es solamente un plan social. El Estado es muchísimo más grande, y es lo que hizo grande a este país, en definitiva. Todos los profesionales de este país son hijos de la educación pública. Esa es una muestra clara de cómo funciona el Estado.
- ¿Qué lectura hacés sobre la situación de las mujeres actualmente en Argentina frente a estas políticas?
- Nosotros tenemos muchos informes sobre cómo impactan los sistemas fiscales regresivos en las políticas de cuidado. Y esa es una de las cosas que los sistemas tributarios deberían servir para financiar. Hay amplia bibliografía respecto de las brechas que hay en las políticas de cuidado. Hay toda una lógica alrededor de las políticas de cuidado que obviamente con este gobierno se han dejado de lado, que con el gobierno anterior todavía se sostenían. De verdad es un gran déficit en la sociedad esto y estamos cambiando eso, estamos intentando cambiarlo. Pero, de vuelta, es un tema de recursos y es un tema de decisión política. Sin recursos no hay política pública, sin recursos no hay Estado, y sin voluntad política mucho menos.
Este gobierno va camino a eso, al desmantelamiento absoluto del Estado, dentro de eso las políticas de cuidado, las políticas públicas orientadas a las mujeres y a las diversidades en general.