Gustavo Villatoro, ministro de Seguridad de El Salvador, emitió un mensaje hacia la ministra Patricia Bullrich que podría haber sacudido los cimientos de la política de mano dura impulsada por el gobierno de Javier Milei. En una conversación telefónica, el funcionario de Bukele calificó de "error muy grave" la emulación de las tácticas de su país por parte de las autoridades argentinas, expresando que tales acciones solo son apropiadas cuando las bandas criminales han sido neutralizadas y se tiene un control total de la situación en las calles.
La situación reveló un desacuerdo fundamental entre las visiones de seguridad de ambos países. Mientras que el Gobierno argentino, liderado por Milei, ha expresado su interés en replicar el modelo de mano dura promovido por el presidente salvadoreño Nayib Bukele, las críticas de Villatoro señalan la importancia de implementar estas medidas solo en un contexto de control efectivo sobre la delincuencia organizada.
Es que la controversia se intensificó tras la difusión de imágenes que mostraban a presos esposados y con el torso desnudo en cárceles de la provincia de Santa Fe, un gesto que evocaba las tácticas de Bukele. Sin embargo, esta acción no solo generó preocupación en las autoridades salvadoreñas, sino que también provocó una reacción violenta por parte de los clanes delictivos en Rosario, quienes percibieron el acto como una afrenta y una humillación.
Bullrich quedó off-side. La situación subraya la necesidad de una estrategia integral y cuidadosamente calibrada para abordar la violencia y el crimen organizado en Argentina. Mientras algunos sectores abogan por un enfoque más confrontativo y espectacular, otros, como los gobiernos locales de Santa Fe y Rosario, instan a una acción más concreta y menos mediática.
