25.04.2025 / Ciudad

Cambios en el boletín escolar: en CABA, habrá una nueva forma de calificar a los alumnos de primaria

La nueva escala -que se implementará a partir del mes próximo- clasificará los desempeños en cinco niveles de progreso: “no alcanzó los objetivos”, “en proceso”, “alcanzado”, “avanzado” y “destacado”. A partir de cuarto grado, esas categorías se acompañarán de notas numéricas.





El Gobieno porteño estableció que las escuelas primarias contarán con un nuevo sistema de evaluación y boletín escolar a partir de mayo. La tradicional escala conceptual será reemplazada por una nueva “escala de progreso” en el primer ciclo (de primer a tercer grado), mientras que en el segundo ciclo (de cuarto a séptimo) esa escala se combinará con una calificación numérica.

La nueva escala clasifica los desempeños en cinco niveles de progreso: “no alcanzó los objetivos”, “en proceso”, “alcanzado”, “avanzado” y “destacado”. A partir de cuarto grado, esas categorías se acompañarán de notas numéricas: “no alcanzó” corresponde al 1, 2 y 3; “en proceso” corresponde a un 4 o 5, “alcanzado” a 6 o 7, “avanzado” a 8 o 9, y “destacado” equivale a un 10. Por lo tanto, desaparecen los clásicos “insuficiente”, “regular”, “bueno”, “muy bueno” y “sobresaliente”. Los cambios rigen tanto para las escuelas estatales como para las privadas.

De primero a sexto grado, los estudiantes calificados con un “no alcanzó los objetivos” se consideran desaprobados, mientras que el resto está aprobado: un 4 (lo que ahora es “en proceso” y antes era “regular”) alcanza para tener aprobada una materia. En séptimo grado, en cambio, la vara permanece más alta y solo se consideran aprobados quienes logren un 6 (nivel “alcanzado”).

De acuerdo con el nuevo régimen, los estudiantes con materias calificadas como “no alcanzó” deberán participar en instancias obligatorias de “acompañamiento para la promoción”. Si no logran superar esa instancia, pasarán de grado con la modalidad de “promoción acompañada”, que implica que esos alumnos deberán seguir reforzando los contenidos pendientes del grado anterior durante el año siguiente.

Con respecto a la “permanencia” (como se denomina a la repitencia en primaria), las pautas ahora establecen que solo repetirán el año aquellos estudiantes que, después de haber participado de las instancias de “acompañamiento para la promoción”, todavía tengan calificaciones de “no alcanzó” en Lengua y Matemática entre segundo y séptimo grado. Se mantiene, en tanto, la consideración de primero y segundo grado como una “unidad pedagógica”, o sea que primer grado no se puede repetir.

El régimen académico de primaria acompaña el diseño curricular que se aprobó el año pasado y que rige desde 2025 en todas las escuelas porteñas. Entre otros cambios, el actual diseño curricular establece que la alfabetización se trabaje con un método “estructurado” (y cambia el nombre de la materia, que ya no se llama Prácticas del Lenguaje sino Lengua). En Matemática, en tanto, se hace mayor foco en el desarrollo del pensamiento matemático antes que en la “incorporación mecanizada” de los algoritmos. Es decir que se abandona la perspectiva constructivista en Lengua, pero se la refuerza en Matemática.

Los boletines que llegarán en mayo a los hogares se organizan a partir de indicadores de logro por asignatura y por grado que están alineados con los objetivos de aprendizaje establecidos en el nuevo diseño curricular. En primer grado, por ejemplo, los indicadores de Lengua apuntan al desempeño del estudiante en relación con la alfabetización.

Además de los boletines con las notas conceptuales –y numéricas a partir de cuarto grado–, el nuevo régimen académico subraya la importancia de las “evaluaciones formativas” y la “retroalimentación constante” en el aula. También prevé que los docentes elaboren “informes valorativos de aprendizajes” para los estudiantes y sus familias. Si bien no los establece como obligatorios, sí recomienda a las escuelas que los envíen a las familias al final del segundo y del cuarto bimestre.

Desde el Ministerio explicaron que los cambios en la evaluación apuntan a facilitar que las familias estén al tanto del rendimiento de sus hijos y comprendan mejor cómo acompañarlos.