A días de los devastadores incendios que azotan la Patagonia, el Gobierno nacional finalmente anunció la creación de la Agencia Federal de Emergencias, una medida que, aunque celebrada por algunos, llega tarde y resulta insuficiente frente a la magnitud de la tragedia. Los ministros de Seguridad, Patricia Bullrich, y de Defensa, Luis Petri presentaron la iniciativa como una solución ante la crisis, pero la pregunta que queda en el aire es si este nuevo organismo será suficiente para enfrentar una emergencia que ya lleva varios días sin una respuesta coordinada y efectiva.
“Hay 12 estructuras en el Estado nacional que combaten emergencias, es una superposición y eso genera desorden a la hora de la acción, por eso el Presidente decidió la creación de la agencia federal de emergencia”, explicó Bullrich desde El Bolson, apuntando a la dispersión de los recursos del Estado. Sin embargo, no se puede dejar de cuestionar por qué, después de días de incendios incontrolables en la región, la solución finalmente llega con la promesa de coordinar lo que ya debería haber estado coordinado.
La pregunta es: ¿por qué no se tomó esta decisión antes?
Por otro lado, el tono de las declaraciones de los funcionarios no deja de sonar contradictorio. Bullrich aseguró que "
vamos a ser implacables con quienes incendian, hacen terrorismo, queman propiedades", pero se hace difícil no notar que la verdadera implacabilidad debió haber estado presente en las primeras horas del desastre.
Cabe destacar la indignación de los vecinos de la región, que vieron cómo el fuego avanzaba sin que las autoridades ofrecieran una solución inmediata, no se puede resolver con medidas que llegan una vez que el daño ya está hecho.
Además, según se supo, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, anunció que se incluirá en las Sesiones Extraordinarias un proyecto para agravar las penas por incendios intencionales, eliminando la posibilidad de excarcelación para los responsables.
Uno podría pensar que la creación de la Agencia Federal de Emergencias es un paso, pero no aborda la raíz de los problemas estructurales de un sistema que carece de una coordinación adecuada en situaciones de crisis. Es cierto que la creación de esta agencia podría tener algún impacto positivo en el futuro, al centralizar los esfuerzos de diferentes organismos del Estado. Sin embargo, el daño ya está hecho, y las imágenes de la Patagonia consumida por el fuego son testimonio de la inacción de un Gobierno que, en lugar de anticiparse a la catástrofe, optó por reaccionar de manera tardía y fragmentada. La verdadera prueba será ver si esta agencia es capaz de actuar con la rapidez y eficacia necesarias cuando el próximo desastre toque a la puerta. Por ahora, los ciudadanos de la Patagonia esperan más que promesas: esperan una acción que les devuelva la seguridad y la confianza en las instituciones.