El lanzamiento de la Fundación Faro reveló una inquietante consolidación de las fuerzas libertarias extremas en Argentina, con un claro guiño a las posturas más reaccionarias de la historia política mundial. Presidida por Agustín Laje, este think tank se propone formar líderes políticos y técnicos bajo la bandera de la “batalla contra la casta”, aunque en su seno late un discurso que reivindica las dictaduras y desprecia los derechos humanos fundamentales.
El evento inaugural, celebrado en el exclusivo
Yacht Club de Puerto Madero, reunió a destacados empresarios y figuras políticas tras un acceso restringido y custodiado. La cena, cuyo valor ascendió a 25 mil dólares por persona, no sólo marcó el inicio de esta organización, sino que también dejó entrever su alineación con el núcleo duro del poder económico argentino. Allí, Laje no dudó en afirmar que la recaudación servirá para financiar una ofensiva electoral en 2025, reforzando su red de influencia regional e internacional.
La presencia de figuras como
Axel Kaiser y Adrián Ravier, conocidos por sus posturas controvertidas, refuerza el carácter ideológico de la Fundación. Ambos, fervientes detractores de políticas redistributivas y del cambio climático, han sido señalados como motores de un pensamiento que busca erosionar los consensos democráticos. Sorprendentemente, Ravier pasó de ser blanco de duras críticas por parte de Javier Milei a ocupar un rol clave en el entramado libertario, evidenciando una pragmática reconciliación política.
Pero la Fundación Faro no opera sola. Su conexión con la agrupación "Fuerzas del Cielo", liderada por Daniel Parissini, y descrita por él mismo como el “brazo armado del gobierno”, levanta alarmas sobre la deriva autoritaria que estas estructuras pueden adoptar. Con un discurso que mezcla fascismo, nacionalismo y dogmas ultraconservadores, estas organizaciones parecen destinadas a profundizar la polarización y debilitar las bases de la convivencia democrática en Argentina.