14.10.2024 / Economía

El peligro de la influencia de los multimillonarios: así opina uno de los ganadores del premio Nobel en Economía

El economista y ganador del codiciado premio, Daron Acemoglu, publicó un texto en el que describe la influencia del poder social, político y cultural que están adquiriendo los multimillonarios tecnológicos como Bill Gates, Mark Zuckerberg y Elon Musk.





Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson fueron este año los ganadores del premio Nobel de Economía por sus investigaciones sobre la desigualdad de riqueza entre las naciones. El trío de economistas fue galardonado “por sus estudios sobre cómo las instituciones se forman y afectan la prosperidad”.

Uno de los dos economistas, Daron Acemoglu, publicó hace pocas semanas un texto en el que describe la influencia del poder social, político y cultural que están adquirienod los multimillonarios de la tecnología como Bill Gates, Mark Zuckerberg y Elon Musk.

El reciente galardonado con el Premio Nobel de Economía planteó allí una profunda reflexión sobre los efectos de la creciente desigualdad económica y su relación con la valoración de la riqueza como fuente de estatus social. El autor alerta sobre el peligro de esta asociación entre riqueza y prestigio que puede erosionar las bases del conocimiento experto y afectar negativamente a las sociedades. Acemoglu señala que si el estatus se vincula exclusivamente al dinero, la autoridad de los expertos en campos específicos comienza a desmoronarse, lo que distorsiona las jerarquías de conocimiento.

A través de un ejemplo simple, el economista invita a preguntarse quién tiene mayor experiencia en carpintería: un maestro carpintero o un multimillonario de un fondo de cobertura. Aunque la respuesta parece obvia, el hecho de que cada vez más se otorgue mayor peso a las opiniones de los más ricos, incluso en campos ajenos a su especialidad, es preocupante. En este contexto, plantea una analogía similar entre la libertad de expresión, comparando la relevancia de los aportes de un filósofo experto frente a los de un magnate de la tecnología, cuya influencia ha crecido exponencialmente en las redes sociales.

El Nobel también señala que la percepción de la riqueza como sinónimo de mérito es un peligroso espejismo. La fortuna de los más ricos, como los actuales gigantes de la tecnología, no es necesariamente un reflejo de su sabiduría o capacidad, sino una consecuencia de dinámicas económicas, tecnológicas y políticas que han favorecido su enriquecimiento. En su análisis, menciona cómo factores como los cambios tecnológicos, las normas culturales y la evolución de los sistemas fiscales han disparado las fortunas de figuras como Elon Musk o Bill Gates, pero no los han convertido en expertos en todos los campos.

Además, el autor advierte que la riqueza también puede corromper, citando el caso histórico de Ferdinand de Lesseps, el ingeniero detrás del Canal de Suez, cuya fama y prestigio lo llevaron a una gestión desastrosa en el fallido proyecto del Canal de Panamá, provocando miles de muertes y la ruina económica de muchos. Esta historia, asegura, tiene paralelismos con el comportamiento de algunos multimillonarios contemporáneos que, al ampararse en su estatus, incurren en decisiones temerarias y polarizadoras.

Si bien no todos los multimillonarios utilizan su influencia de manera negativa, asegura Acemoglu, muchos lo hacen para promover intereses propios o exacerbar las divisiones sociales. Esto resulta especialmente evidente en el caso de aquellos que, como Musk con su red social X (antes Twitter), emplean su plataforma para amplificar su influencia sin una rendición de cuentas adecuada.

Según el autor, en lugar de otorgarles aún más espacios de poder, la sociedad debería limitar la influencia de los ya privilegiados y reconsiderar las políticas fiscales y regulatorias que han permitido estas enormes disparidades.

En su conclusión, el autor plantea que es urgente iniciar una discusión sobre qué tipo de contribuciones deben ser valoradas por la sociedad. Si bien muchas personas reconocen la importancia de diversas formas de aportes, como la excelencia en una vocación, este principio ha sido marginado en favor del culto a la riqueza. Para el Nobel, esto es un síntoma de un problema mayor que exige soluciones estructurales y un cambio en los valores sociales.