En el contexto actual en Argentina, el debate sobre los salarios adquiere una relevancia crucial, especialmente en medio de un cambio de época marcado por la influencia de
Javier Milei y su ascenso a la presidencia. Este debate se vuelve aún más urgente tras las recientes noticias que revelan que Argentina posee el salario en dólares más bajo de la región.
Los gremios han sido señalados como responsables de todos los males que padece el trabajador, incluidos los bajos salarios que predominan en el país. Sin embargo, esta visión simplista omite una discusión mucho más profunda y necesaria: ¿Qué tipo de salarios buscan las empresas y los políticos para los trabajadores? ¿Apuntan a sueldos que solo permitan la supervivencia o a salarios que garanticen una vida digna y suficiente?
El peso de los gremios y la responsabilidad empresarial
No se puede negar que el promedio salarial en Argentina es bajo. Sin embargo, resulta erróneo atribuir exclusivamente a los sindicatos la culpa de esta situación. Los salarios son el resultado de una compleja interacción entre los gremios, las cámaras empresariales y el poder ejecutivo, que actúa como mediador en las negociaciones de los convenios colectivos de trabajo. Ante los pedidos gremiales de aumento para una recomposición salarial, la respuesta de las cámaras empresarias es siempre negativa. Por otro lado, la reforma laboral y sindical que algunos sectores promueven con entusiasmo podría tener efectos significativos, pero sin una discusión integral sobre el tipo de salarios que queremos para el país, estas reformas serán superficiales y perjudiciales.
La verdadera cuestión a debatir es si queremos salarios que solo permitan la supervivencia o sueldos que ofrezcan suficiencia. Un salario de supervivencia implica que el trabajador apenas pueda acceder a alimentación, salud y educación, y todo esto de baja calidad. En cambio, un salario de suficiencia permitiría al trabajador adquirir una vivienda propia, acceder a un transporte digno, disfrutar de una alimentación adecuada, tener acceso a salud y educación de calidad, vestimenta, y poder disfrutar de recreación y otras necesidades básicas para él y su grupo familiar.
La visión empresarial y política: una falta de perspectiva
El enfoque de la discusión sobre la reforma laboral es equivocado. Esta iniciativa no surge de las bases del movimiento obrero, es decir, de los trabajadores, ni siquiera de las conducciones sindicales. Proviene del sector empresarial y del político, quienes han promovido la misma salida desde hace tres décadas.
La visión predominante entre empresarios y políticos parece centrarse exclusivamente en reducir los derechos laborales y los costos salariales. Este enfoque miope ignora que un trabajador bien remunerado y con condiciones laborales dignas es mucho más eficiente que uno que trabaja en condiciones deplorables.
Senadores y diputados, con salarios exorbitantes, promueven la idea de que los trabajadores deben aceptar menos salario, peores condiciones laborales y más años de trabajo, lo que sin duda profundiza la precariedad. ¿Para cuándo una reforma política?
Pérdida del poder adquisitivo: una comparación histórica
Un claro ejemplo de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios en Argentina es el costo de los alimentos. En 1950, un obrero con un salario promedio de 500 pesos podía comprar un kilo de asado por solo 5 centavos. Con su sueldo, no solo alimentaba a su familia, sino que también podía adquirir una vivienda, disfrutar de salidas, educación, salud, vacaciones, y ahorrar, en un contexto donde, generalmente, solo el hombre trabajaba en los hogares.
Además, si comparamos los salarios en dólares, en 2017 el salario promedio real era de 1.600 dólares (en el mercado paralelo), mientras que hoy ha descendido a apenas 300 dólares. Esto refleja una severa reducción en la capacidad de los salarios para cubrir necesidades básicas y mantener un nivel de vida digno, acercándose al nivel más bajo desde la hiperinflación de 1989, cuando el salario equivalía a solo 150 dólares.
El Salario Mínimo, Vital y Móvil: un derecho fundamental
Fue implementado en 1945 durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, con el objetivo de asegurar un ingreso que cubriera las necesidades básicas de los trabajadores. Este derecho fue luego consagrado en la Constitución Nacional.
El SMVM está regulado por la Ley 20.744 de Contrato de Trabajo y la Ley 24.013 de Empleo, y garantizado por la Constitución en su artículo 14 Bis. Sin embargo, la realidad actual dista de cumplir con estos objetivos. Aunque la ley establece que el salario mínimo debe ser suficiente para asegurar una vida digna, incluyendo alimentación, vivienda, salud, educación, recreación y desarrollo personal, hoy en día este salario no cubre ni la mitad de lo estipulado por la legislación.
Actualmente, el SMVM se encuentra por debajo de la línea de pobreza, lo que plantea un desafío crucial para garantizar que los trabajadores puedan llevar una vida digna. Este es, en esencia, un derecho humano fundamental que no podemos seguir ignorando.
Modelos de Suficiencia y Subsistencia
En algunos países como Dinamarca o Noruega, los salarios permiten un alto nivel de vida, mientras que en China, a pesar de su economía fuerte, muchos trabajadores apenas sobreviven con salarios bajos. Esto muestra que el crecimiento económico no siempre mejora la calidad de vida laboral.
Es importante recordar, también, que se habla mucho de la Argentina de hace 100 años como una potencia económica, pero pocas veces se menciona que las condiciones de trabajo y de vida eran de hacinamiento y miseria absoluta, en un país donde solo unos pocos concentraban la riqueza. Un dato interesante es que las primeras villas en Argentina datan de mucho antes que Perón, lo que evidencia que la desigualdad es un problema histórico.
La comparación entre la década de 1950 y los gobiernos anteriores
Durante los primeros dos gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1955), los trabajadores argentinos experimentaron un aumento significativo en sus condiciones salariales y laborales. El poder adquisitivo era alto, y un solo salario era suficiente para mantener a toda la familia con un nivel de vida adecuado, incluyendo la posibilidad de ahorrar.
Sin embargo, esta realidad contrastaba fuertemente con las condiciones laborales y salariales de los gobiernos anteriores. Antes de 1946, Argentina, aunque era considerada una potencia económica emergente, era también un país marcado por una profunda desigualdad. Los trabajadores vivían en condiciones precarias, con salarios que apenas alcanzaban para la supervivencia, y muchos de ellos residían en asentamientos insalubres y en condiciones de hacinamiento. La riqueza se concentraba en pocas manos, y la mayoría de la población trabajadora carecía de acceso a los derechos básicos que luego serían reconocidos y ampliados durante la década peronista.
Cabe recordar que, bajo los gobiernos de Perón, Argentina no solo avanzó en términos de derechos sociales y laborales, sino que también experimentó un crecimiento económico sin precedentes, consolidándose como una de las economías más prósperas de la región.
El futuro de los salarios en Argentina
El futuro de los salarios en Argentina depende de la voluntad política y social para enfrentar este debate pendiente. Más allá de la puja salarial con los gremios, por más que estos busquen empujar las negociaciones salariales hacia arriba, hay una firme decisión por parte de las cámaras empresarias y un importante sector de la política de mantener los salarios al mínimo posible. Salarios ínfimos parecieran ser su objetivo.
La suficiencia salarial debe ser un objetivo común, donde los trabajadores no solo sobrevivan, sino que también prosperen. Un país fuerte no se construye sobre la explotación de su fuerza laboral, sino sobre el desarrollo integral de todos sus ciudadanos.
Aspiramos a que Argentina sea una potencia económica, pero no a cualquier costo. Queremos una potencia donde los trabajadores disfruten de sueldos dignos, que promuevan el progreso en todos los ámbitos de la vida, donde puedan desarrollarse plenamente y no vivan con la soga de las deudas al cuello.
La CGT debe impulsar este debate en la sociedad de manera urgente, más allá de los reclamos salariales de cada organización sindical, y exigir un aumento generalizado que sirva de base para todas las actividades, con el objetivo de reactivar la economía. Los precios ya se ajustaron de golpe; ahora es el turno de los salarios. No hay más tiempo que perder.
* Secretario general del Sindicato del Personal de Industrias Químicas y Petroquímicas de la Ciudad de Buenos Aires