El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA),
Daniel Funes de Rioja, negó que haya habido un loby empresario para hacer caer el tratamiento de la ley de etiquetado y comparó las etiquetas frontales en envases con los signos de “calaveras” que intentan “demonizar” algunos alimentos.
Para el referente del sector alimenticio, los octógonos negros "tienen por finalidad no informar sino disuadir".
“Cuando ponemos calaveras, evidentemente estamos demonizando”, sostuvo respecto al signo previsto en la ley de etiquetado frontal que, a instancias de Juntos por el Cambio, fracasó en el Congreso el pasado martes.
Las figuras geométricas a las que hizo alusión durante la entrevista radial son las previstas en la ley que aún tiene estado parlamentario y que están reservadas para mostrar información clave para el consumidor. Por ejemplo, si el producto tiene exceso de grasas, sodio, azúcares, entre otras cosas.
EL LOBY EMPRESARIAL
Por otra parte, el empresario negó “categóricamente” que hubiera habido presiones por parte de las empresas alimenticias para que la iniciativa no sea debatida en Diputados. “No hubo llamados”, reveló y aclaró que lo único que se había hecho fue “ir (a las audiencias del Congreso) e informar” cuál es su postura.
“Una cosa es informar y otra es interferir”, expresó aunque aclaró:
“El loby empresarial existe y no es una mala palabra, pero existe para informar” y “no interferir en la vida política”.
En esa línea, Funes de Rioja puntualizó que “los temas de quorum son un tema político que hay que analizarlo con ellos, no con nosotros”. Sin embargo,
“en los temas del proyecto en discusión (que también es del orden político), tenemos una posición clara desde la industria de la alimentación: seguimos estando a favor de un etiquetado, pero no de esa naturaleza”.
En su opinión, “el tema tiene que resolverse a nivel de Mercosur”, de modo tal que los países que integran el bloque regional elaboren una legislación común que no contradiga el comercio entre países.
“Con Brasil hay importaciones y exportaciones” que “ratifican una interdependencia” de la industria de la alimentación. Por eso se requiere “una armonización normativa” y “que haya un etiquetado para el Mercosur, no para cada país porque si no se termina constituyendo una barrera para-arancelaria” en detrimento de las empresas, concluyó.