Detrás de las formas lindas y los discursos empoderantes, lo que se esconde es una estafa y la posibilidad de que vos y las personas que hagas entrar pierdan su dinero.
Si estás a punto de entrar un “telar de la abundancia”, por favor no lo hagas. Detrás de las formas lindas y los discursos empoderantes, lo que se esconde es una estafa y la posibilidad de que vos y las personas que hagas entrar pierdan su dinero. Vamos con algunos puntos.
1- Los telares no son flores, son pirámides
Entender el funcionamiento de los telares es complejo. Lo primero que tenés que saber es que representarlo a través del dibujo de una flor es una manera de embellecer algo que en realidad tiene otra forma: una pirámide. Parece un detalle menor pero no lo es. Por ahora retengamos esta información: un telar se compone por 15 personas distribuidas en 4 niveles: 8 en la base (que llaman “fuego”), 4 en el siguiente nivel (que llaman “aire”), 2 en el penúltimo escalón (que llaman “tierra) y en la cima una sola persona (que llaman “agua”).
La estructura funciona más o menos así: en la base de la pirámide se ubican las 8 personas que aportan el dinero que se llevará la persona que está en la punta. Para subir de escalón y llegar a cima, además de un aporte monetario (por lo general en dólares) cada una de esas personas tiene que sumar otras 2 para poder recibir el dinero en algún momento. Para que cada una de las 15 personas que ingresaron en un “telar” reciban “el regalo” se habrá necesitado que el “telar” se repita cinco veces, lo que implica que estarían involucradas 240 personas, de las cuales el 93% no habrán recibido un peso. Repito: solo a los efectos prácticos y para que se den una idea, cortamos estos cálculos en el “telar original” buscando únicamente que las primeras 15 personas cobre, pero si seguimos haciendo números van a ser necesarios 256 nuevos aportantes para que las personas que se quedaron sin cobrar lo hagan.
Los cálculos son complejos pero nos queda claro algo: la cantidad de personas involucradas aumenta de manera exponencial con cada telar y es fundamental que tengamos más educación financiera.
Si, como nos pasa a muchas, necesitás una explicación extra de cómo funciona, podés ver un video que preparó especialmente el Ministerio Público Fiscal (el organismo del estado que nuclea a todos los fiscales de la Nación) que detalla con algunos gráficos el mecanismo (y los delitos que se cometen, porque, en la Argentina, es ilegal recibir inversiones si no sos una entidad financiera autorizada).
Estas últimas semanas se publicaron varias notas que también tienen una explicación bien detallada del funcionamiento. Recomiendo especialmente las de Cande Botto y Agostina Mileo. Si necesitás anotar para entender (como yo) leelas con un lápiz y un papel cerquita tuyo.
2- La clave es que siempre haya nuevas personas
Como habrás visto en los cálculos anteriores, la clave de estos “telares” es que siempre haya nuevas personas dispuestas a sumarse. Si el ingreso se corta, muchas personas quedarán sin recibir nada y, lo que es peor, habrán perdido el dinero que pusieron al comienzo.
Esta metodología de captar “inversiones” con una promesa de un rendimiento muy alto (en este caso prometen ganancias del 700%) fue ideado por un italiano llamado Carlo Ponzi a principios de siglo XX (y por eso a estas pirámides se las conoce como “esquema de Ponzi”). Leíste bien: la primer gran estafa de este tipo fue en 1919 y el italiano fue condenado en 1920 por haberse quedado con el dinero de inmigrantes a través del fraude. Una de las claves de la estafa está en la piedra angular del esquema: el ingreso constante de gente nueva.
3- Creer o reventar en una economía en crisis
¿Por qué una mujer decide entrar en un “telar”? Esta pregunta me obsesiona. Creo que puede haber varias respuestas. En primer lugar, porque estas viejas estafas volvieron en los últimos años renovadas con una pátina de discurso feminista. Se habla de un círculo de mujeres que se ayudan para cumplir sus sueños, de regalos que se hacen confiando en que en algún momento vuelve y usan una palabra mágica: sororidad. Lo que hace este tipo de discurso es ponerle un condimento feminista (y espiritual y mágico) a algo que no lo tiene: el dinero y la economía.
Las corrientes de la economía feminista que cuestionan el actual sistema capitalista no hacen foco en el dinero como elemento transformador, sino en la socialización del cuidado y en el cuestionamiento del concepto de explotación.
La pregunta base que se hace Cristina Carrasco Bengoa, una economista española que recomiendo mucho, es cómo conformar un sistema económico que permita la sostenibilidad de la vida humana, en el cual la colaboración y la cooperación social sean elementos centrales. Esto que les cuento desarma dos argumentos de quienes impulsan el “telar”: que se trata de un enfoque feminista de la economía y que se basa en un esquema de confianza y ayuda mutua.
¿En qué esquema colaborativo se avala que el producto que genera un grupo de personas sea para el beneficio de una sola? No hay colaboración: lo que hay es una concentración total.
Y vamos a dejarlo bien claro: tampoco hay nada de feminismo, aunque sí hay una utilización tramposa de conceptos que a los feminismos les llevó años de militancia construir. En ningún lado el concepto de sororidad viene acompañado de intercambios monetarios.
Estos argumentos pueden no ser suficientes para responder a la pregunta de por qué hay tantas personas que siguen entrando en estas estafas.
Podemos pensar otro mix de motivos: ganancia extraordinaria en un corto período de tiempo y ningún tipo de esfuerzo para obtener esa rentabilidad. Si además a estos dos aspectos le agregamos un contexto de crisis económica, con una caída del poder adquisitivo de alrededor del 15% en los últimos tres años, una brecha salarial del 27% y una mayor tasa de desempleo, las promesas de la maximización de las ganancias en un tiempo corto y sin “trabajo” de por medio empiezan a tomar otra envergadura. Se vuelven mucho más preocupantes. Sacamos la responsabilidad individual y decimos: es la economía, vos no sos estúpida.
Propongo una última cosa. Todas las personas que estén por entrar en un “telar”, deberían responderse esta pregunta: ¿estoy dispuestx a recibir dinero de personas que no conozco aún cuando eso signifique que muchas otras personas pierdan su dinero? Si la respuesta es no, entonces no lo hagas porque muy probablemente suceda. Si la respuesta es sí, es un delito y se llama estafa.