Luego de que el Poder Ejecutivo aceptara la
renuncia del juez federal Carlos Rozanski, quien presidía el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, el magistrado habló sobre los motivos que lo llevaron a tomar la decisión de dar un paso al costado.
Atribuyó su alejamiento a la intención de ciertos sectores que pretenden frenar los juicios a los genocidas y dijo que “la idea es irse por decisión propia y no de esta manera”. “Me siento horrible”, definió.
Desde 2006, Rozanski tuvo a su cargo juicios emblemáticos contra represores por delitos de lesa humanidad. Condenó, entre otros, al genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz.
Días atrás presentó su renuncia, luego de haber denunciado presiones tanto mediáticas como judiciales y en el marco de una acusación impulsada por el Consejo de la Magistratura de la Nación por supuesto maltrato laboral contra su personal, a partir de una denuncia realizada en 2011 por el jefe de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN), Julio Piumato.
Ayer, en declaraciones al programa Que vuelvan las ideas de AM 750, el ex juez reiteró que “hay hace tiempo una presión muy fuerte de determinados sectores que no están de acuerdo con los juicios de lesa humanidad”. El avance de esos procesos “amenazaba con llegar a sectores civiles y empresarios”, lo cual según denunció Rozanski debía “frenarse de alguna manera, siendo ésta (que terminó en su apartamiento) una de esas maneras”.
Rozanski resaltó además que su caso se da en un contexto en el cual “se han bajado presupuestos en Derechos Humanos en la ciudad y el país, y eso tiene directa incidencia en el desarrollo de los juicios”. Alertó también que “el disciplinamiento de los jueces y la baja del presupuesto atentan contra el avance de causas”. Consultado sobre quiénes serían los interesados en sabotear los juicios, apuntó que “Clarín y La Nación empezaron a aparecer con responsabilidad en los juicios, aquí vemos lo que significa que empresas del poder económico usen durante décadas empresas obtenidas bajo torturas”. El magistrado aludió así al rol de esos medios en la controvertida adquisición de Papel Prensa durante la dictadura, de la que hoy se cumplen 40 años.