A través de un importante relevamiento del Observatorio de las Elites Argentinas perteneciente al Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín se conoció que
el 53 por ciento de los funcionarios provenientes del sector privado ocupaban un puesto de alta o media gerencia antes de ser designados en sus respectivas carteras.
En este sentido tres de cada diez funcionarios jerárquicos reclutados por el Gobierno de Mauricio Macri ocuparon alguna vez un puesto gerencial en el sector privado. Por su parte
hay 114 ejecutivos de las principales compañías y estudios de abogados del país que desembarcaron en alguno de los 367 cargos de ministro, secretario y subsecretario que constituyen la nueva estructura del Estado nacional, según publicó hoy Página 12.
La mayoría proviene de Shell, Techint, Socma, LAN, JP Morgan, HSBC, Axion, La Nación, Newsan, Pan American Energy, Deutsche Bank, Farmacity, ICBC y Consultatio. Además no tuvieron participación política- partidaria y estudiaron en universidades privadas. Tampoco tienen antecedentes en cargos públicos.
La jefatura de Gabinete es, según el relevamiento, la dependencia estatal con mayor concentración de CEO, un 70 por ciento. Le sigue los ministerios de Energía y Comunicaciones, donde el porcentaje de gerentes alcanza al 50 por ciento del total. De acuerdo al relevamiento, lo siguen de cerca las carteras de Hacienda y Finanzas (48 por ciento) e Interior y Obras Públicas (40 por ciento).
Si bien a lo largo de los diferentes gobiernos en la historia reciente hubo empresarios integrando gabinetes nacionales, lo llamativo es que, desde que asumió Cambiemos, la dimensión cuantitativa y cualitativa adquirió mayor penetración. En este sentido el matutino señala que desde el equipo coordinado por las sociólogas Ana Castellani, Paula Canelo y Mariana Heredia enfatizan que el análisis de las trayectorias sociolaborales y educativas de los 367 funcionarios jerárquicos del Estado nacional “permite comprender mejor los objetivos del Gobierno y el contenido de sus políticas públicas, identificar cuáles son las áreas de gestión más poderosas y entender por qué, conocer quiénes son sus aliados sociales y políticos, y establecer qué sectores sociales se podrán beneficiar o perjudicar con las medidas implementadas, entre otras importantes cuestiones”.
A contramano de lo que desde algunos sectores se evalua, la presencia de CEO en el Ejecutivo trae como consecuencias: sesgo antiestatal, antipolítico y promercado que impregna la ideología de los CEO y gerentes; lealtades que traen al seno del Estado y del gobierno quienes desarrollaron sus trayectorias en el sector privado, aumentando la probabilidad de conflictos de intereses y la permeabilidad a las presiones de los actores económicos; dificultades para cohesionar un cuerpo de funcionarios caracterizado por compromisos políticos débiles; y la extrapolación de criterios organizacionales propios del management a la administración pública.