A diez años de la segunda desaparición de Jorge Julio López, sobreviviente de la dictadura y testigo contra el genocida Miguel Etchecolatz, más de diez mil personas marcharon por las calles de La Plata –y otras tantas, en Capital Federal- para exigir justicia. El pedido de cárcel común para los represores, semanas después de la polémica por el posible otorgamiento de la prisión domiciliaria a Etchecolatz, también se hizo sentir con fuerza.
La marcha principal, convocada por la Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada, de la que participaron partidos de izquierda, organismos de derechos humanos, centros de estudiantes y otras agrupaciones, partió cerca de las cinco de la tarde de Plaza Moreno.
El punto de convocatoria fue frente al edificio donde en 2006 se llevó el juicio a Etchecolatz, ahí donde López dio testimonio. La marcha atravesó varias cuadras hasta llegar a Plaza San Martín, frente a la gobernación provincial. “Pasan los gobiernos, sigue la impunidad”, fue la consigna de la bandera que encabezaba la movilización.
“Nos sobran motivos para marchar hoy y seguir peleando contra el verdadero monumento a la impunidad en que se ha convertido la causa de la desaparición de Julio López por la responsabilidad y encubrimiento de los gobiernos kirchnerista y macrista”, denunció la diputada del PTS y una de las abogadas de López, Myriam Bregman, y volvió a reclamar la apertura de todos los archivos de inteligencia que están en poder del Estado vinculados al caso.
Pero no fue la única marcha. También desde Plaza Moreno, algunas horas después, partió la manifestación convocada desde espacios del kirchnerismo, que volvió a movilizarse por López tras diez años. Ruben López, el hijo mayor del testigo desaparecido, caminó al frente de esta marcha, acompañado por ex compañeros de militancia de López como Jorge Pastor Asuaje, y sobrevivientes de la dictadura como Walter Docters.
Sobre la plataforma de una fuente, convertida en un escenario improvisado, el hijo de López habló sin micrófono ante los manifestantes. A metros del edificio de los Tribunales platenses –que había sido manchado con bombas de pintura roja al paso de la primera marcha-, Ruben dijo:
“Acá enfrente hay quienes quieren que los genocidas queden sueltos y eso no es lo que quería mi viejo. Hace diez años él quería que Etchecolatz se pudra en la cárcel”. Además de citar a Fidel Castro y José Martí, el hijo mayor del albañil desaparecido explicó que este año decidió marchar “por primera vez, ante la domiciliaria a Etchecolatz”.
A días de haberse reunido con el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, el hijo de López lanzó una crítica hacia las declaraciones negacionistas de distintos representantes del Gobierno de Cambiemos en los últimos meses: “Para los que dudan sobre la cifra de desaparecidos, a partir de López son 30.001”. Por la mañana, familiares del albañil habían colocado una ofrenda floral en el Pozo de Arana, uno de los centros clandestinos donde estuvo cautivo tras su primera desaparición en 1976, y al mediodía compartieron una charla frente a la casa de López, en Los Hornos.
Falta López
La marcha de la tarde incluyó máscaras con la típica imagen del testigo con boina y otras con signos de pregunta reflejando su ausencia.
“Ni a la casa, ni al hospital, cárcel común al genocida Etchecolatz”, decía uno de los cantitos, además de otros que suenan también en cada marcha del 24 de marzo, como “a dónde vayan los iremos a buscar…”. Los grafitis y esténciles plasmaron consignas como “sin López no hay nunca más” y “López desapareció luchando”.
En medio de la movilización, un grupo de
hombres y mujeres vestidos y maquillados de negro irrumpieron al grito de “¡López!”, y susurrando al oído de los sorprendidos manifestantes consignas como “López desapareció cuatro veces: en dictadura, en democracia, en la Justicia y en los medios”. Era una intervención de los colectivos artísticos Nunca en Babia y Las Amandas, que buscaban “sorprender, atacar y desaparecer” en plena marcha.
También,
en las paredes, banderas y pancartas se vieron múltiples rostros de López intervenidos: con gorrita, con plumas, con maquillaje. Fue una iniciativa del grupo La Brecha “para generar empatía en sectores que tal vez no se sienten interpelados por López, pero sí por la desaparición de un pibe en la actualidad o por el reclamo de los pueblos originarios. La idea es lograr interpelar a más gente por López”, explicó Andrés, referente de ese espacio.
Cuando las dos marchas llegaban al final y tras los discursos –uno frente a la Gobernación, otro frente a los Tribunales- el cielo se terminó de encapotar y empezó a llover. Una marca que recordó a las primeras y masivas marchas por López, tras su segunda desaparición el 18 de septiembre de 2006, que siempre terminaban bajo la lluvia.