Francisco falleció este lunes a los 88 años dejando una huella profunda en la historia de la Iglesia Católica. Fue el primer pontífice jesuita, el primero nacido en América Latina y un líder global que predicó con el ejemplo la humildad, la ecología y la inclusión. Durante sus más de 12 años de papado, visitó 66 países y desplegó una intensa agenda pastoral, pero nunca volvió a pisar suelo argentino como Papa.
La noticia de su muerte conmocionó al mundo y especialmente a su país natal, donde su figura siempre generó una mezcla de admiración, expectativa y controversia. Desde el Vaticano, Francisco impulsó reformas en la curia, abrió debates sobre temas sensibles como el rol de la mujer y la diversidad sexual en la Iglesia, y colocó en el centro de su magisterio la lucha contra la pobreza y el cambio climático.
Su relación con Argentina fue ambigua. Si bien mantuvo contacto con dirigentes, curas villeros y organizaciones sociales, evitó regresar en medio de la grieta política que lo convirtió, muchas veces, en blanco de operaciones o lecturas sesgadas. Esa ausencia alimentó mitos, pero también preservó su investidura por encima de las disputas locales.
Los países que visitó fueron los siguientes:
Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Colombia, Chile, Perú, Cuba, México, Panamá, Canadá, Estados Unidos, Portugal, España, Italia, Francia, Irlanda, Alemania, Suiza, Reino Unido, Suecia, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Malta, Grecia, Chipre, Armenia, Georgia, Azerbaiyán, Turquía, Israel, Palestina, Egipto, Marruecos, Irak, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Mozambique, Madagascar, Mauricio, República Centroafricana,Uganda, Kenia, Filipinas, Sri Lanka y Corea del Sur. También visitó Japón, Tailandia, Myanmar, Indonesia, Bangladesh, Kazajistán y Mongolia.