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Según informó Data Clave, Ricardo Caruso Lombardi, hoy concejal por el partido bonaerense de San Miguel, sorprendió con una propuesta que combina delirio urbanístico y populismo punitivo: construir una cárcel en una plataforma flotante sobre el Río de la Plata. Según explicó, el objetivo es “que los delincuentes no molesten a los porteños” y “no estén caminando por la calle como si nada”.
La iniciativa fue presentada como un “proyecto serio” por el propio Caruso, quien aseguró que se trata de una alternativa “económica, viable y segura” para aislar a quienes cometen delitos. La propuesta incluye que la cárcel esté rodeada de agua, con vigilancia permanente y acceso restringido, lo que para el concejal garantizaría “que nadie se escape y que no jodan más”.
Las reacciones no tardaron en llegar. En redes sociales, dirigentes políticos, periodistas y usuarios cuestionaron la iniciativa por su tono estigmatizante y la total ausencia de criterios jurídicos y de derechos humanos. “Es la versión acuática de la cárcel en la isla del diablo”, ironizó un abogado penalista. Otros lo acusaron de “hacer campaña con odio y miedo”.
Caruso, sin embargo, redobló la apuesta y dijo que “a la gente le encanta” su idea. En medio de una Argentina atravesada por una fuerte crisis social y un discurso de mano dura que gana espacio, su proyecto no solo revela el oportunismo de algunos dirigentes sino también la peligrosidad de promover soluciones autoritarias a problemas estructurales.
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