La caída de la demanda interna, los mayores costos de financiamiento y un contexto inflacionario que erosiona márgenes afectan a la actividad de la industria pyme. 2024 fue un año duro para las pequeñas y medianas empresas en medio de la recesión que siguió a las políticas económicas del gobierno de Javier Milei, con más de 217 mil puestos de trabajo perdidos en el sector. Desde Industriales Pymes Argentinos (IPA) solicitaron al ministro de Economía, Luis Caputo, una reunión para presentar propuestas orientadas a la recuperación y fortalecimiento de la actividad de las pymes.
En su Informe de Coyuntura del tercer trimestre, la entidad advirtió la pérdida de puestos de trabajo registrados, con sectores como los servicios y la producción de bienes como los más afectados. En particular, el sector de manufacturas industriales experimentó una caída del 3,5% en la cantidad de trabajadores formales, lo que pone en evidencia la dificultad que atraviesa este sector.
Asimismo, el número de empresas aportantes también muestra una disminución, con 9.923 empresas menos en el último año. Las empresas manufactureras no fueron la excepción, registrando una pérdida de 497 empresas en el mismo periodo. Esta caída tanto en el empleo como en la cantidad de empresas subraya un panorama de desaceleración económica y dificultades estructurales que afectan especialmente al sector productor de manufacturas.
En el 11° informe del Observatorio IPA se señaló que la economía continúa en retroceso y que en el último trimestre esa desaceleración fue más pronunciada para la industria manufacturera y la construcción debido a la "falta de dinamismo de la inversión sumado a un consumo interno debilitado". "Actividades como la producción textil, la construcción y los productos minerales no metálicos se encuentran entre las más afectadas, debido a la caída de la demanda interna, mayores costos de financiamiento y un contexto inflacionario que erosiona márgenes", destacó Daniel Rosato, presidente de IPA.
De acuerdo a Rosato, la industria se encuentra cerrando un año "complicado" pero los recientes datos de tendencia-ciclo sugieren que el ritmo de caída está desacelerándose. "La economía parece haber tocado fondo, pero la falta de señales claras de recuperación mantiene el crecimiento en 'modo pausado'. La inversión y el consumo seguirán mostrando debilidad en los próximos trimestres", anticipó.
Además, señalan que la evolución del tipo de cambio multilateral dependerá de factores claves como el mantenimiento de las políticas cambiarias que viene llevando el gobierno podrían seguir impulsando la apreciación del peso, al menos en términos nominales, pero también podrían seguir erosionando la competitividad de las exportaciones. Esto podría traducirse en una mayor presión sobre las cuentas externas, especialmente si los precios de los commodities o la demanda externa no acompañan.
Por otro lado, la dinámica de los salarios y los costos laborales, que se han mantenido relativamente bajos en términos de dólares, podrían moderar los efectos negativos sobre algunos sectores productivos. Sin embargo, el déficit de la cuenta corriente podría seguir ampliándose si las restricciones comerciales o las tensiones con socios clave como Brasil se intensifican, lo que podría generar ajustes en el tipo de cambio o nuevas medidas de control en el mercado cambiario.
En resumen, según el Observatorio IPA, "es probable que el tipo de cambio real siga fluctuando entre la apreciación del peso, con los riesgos de perder competitividad y los ajustes puntuales por parte del gobierno en función de la presión sobre las reservas y el comercio exterior. El actual gobierno apuesta a resistir cualquier desafío para mantener la estabilidad del peso lo más posible. Este es su frente de batalla principal".