El conflicto entre Rusia y Ucrania dio un nuevo y peligroso giro tras confirmarse el uso de misiles ATACMS por parte de Kiev en territorio ruso. Según el Ministerio de Defensa de Rusia, seis misiles de fabricación estadounidense fueron disparados contra una instalación militar en Karachev, en la región de Briansk, a más de 110 kilómetros de la frontera con Ucrania. Moscú informó que cinco proyectiles fueron derribados y uno dañado, cuyos fragmentos provocaron un incendio que fue rápidamente extinguido.
El ataque marca un punto de inflexión tras la autorización de Estados Unidos, otorgada el domingo pasado, para que Ucrania utilice misiles de largo alcance dentro de Rusia. Este permiso, que Washington había resistido conceder durante meses, se produce como respuesta a la supuesta colaboración militar entre Rusia y Corea del Norte, lo que ha generado alarma en la comunidad internacional. Ucrania, por su parte, sigue sin confirmar oficialmente el uso de los ATACMS, aunque medios locales citan explosiones secundarias y grandes daños en el depósito atacado.
En paralelo,
el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que "el Ejército ruso tiene la situación bajo control" y destacó el funcionamiento del sistema antiaéreo S-400 y Pantsir, utilizados para repeler el ataque. Sin embargo, el uso de misiles ATACMS por parte de Ucrania abre interrogantes sobre la escalada del conflicto, especialmente ante la posibilidad de que este tipo de ofensivas se multipliquen.
Mientras tanto, Rusia reportó avances en la región de Donetsk, afirmando haber tomado control de Novoalexéyevka y atacado múltiples objetivos estratégicos en Ucrania. Por su parte, el presidente ucraniano
Volodímir Zelenski visitó el frente, destacando su apoyo a las brigadas en zonas de combate difíciles y reafirmando el compromiso de su país en frenar la ofensiva rusa. La situación sigue evolucionando rápidamente, en un contexto donde la escalada militar parece ser la única constante.