La Unión Tranviarios Automotor (UTA) decidió convocar un paro de colectivos para el jueves 31 de octubre, en medio de un clima de tensiones laborales en el sector del transporte. La medida se confirma tras una reunión con empresarios en la Secretaría de Trabajo, donde el gremio, liderado por Roberto Fernández, busca un aumento salarial del 25% con retroactividad a agosto. Este paro se produce un día después de la huelga anunciada por otros sectores del transporte, lo que ha suscitado críticas y descontento dentro del movimiento sindical.
El contexto de la decisión de la UTA se enmarca en fracasadas negociaciones con el Gobierno por un reclamo de mejora salarial. Actualmente, el sueldo de un chofer de colectivos se sitúa en torno a los 1.060.000 pesos, cifra que muchos consideran insuficiente frente a la inflación y las dificultades económicas.
“La pérdida de ingresos por la reducción de frecuencias y horas extras ha sido significativa, por lo que solicitamos un aumento adicional”, argumentó Fernández. Sin embargo, la decisión de no sumarse al paro nacional del 30 de octubre ha generado fricciones dentro de la CGT.
Pablo Moyano, referente del gremio de Camioneros, no dudó en criticar la postura de la UTA, sugiriendo que la falta de adhesión al paro nacional resta fuerza a las demandas del sector. “Tendrán sus razones, lo juzgará la historia”, comentó Moyano, quien enfatizó que muchos trabajadores del transporte enfrentan serios problemas económicos. El líder sindical advirtió sobre la necesidad de confrontar al gobierno, en lugar de mantener una postura de diálogo que algunos sectores consideran insuficiente.
Mientras la UTA prepara su propia medida de fuerza, otros gremios agrupados en la Mesa Nacional de Transporte confirmaron un paro nacional para el miércoles 30 de octubre, en protesta contra “el ajuste impulsado por el gobierno de Javier Milei” y el aumento en los costos del transporte tras la reducción de subsidios.