Dicen que la política es el arte de lo imposible y ese es el terreno que mejor maneja Eduardo "Wado" de Pedro. Con sus casi 40 años, es secretario general de la Presidencia y uno de los principales dirigentes de La Cámpora. Si bien la exposición con la prensa no es el rol que más cómodo le queda, en las últimas semanas se destacó por su habilidad para captar fuerzas para el Frente para la Victoria (FpV).
El joven dirigente ha dado pasos claves en el ajedrez del año electoral para reincoporar a los intendentes que, motivados por el oportunismo del 2011, decidieron pasarse a las filas del Frente Renovador pero ahora buscan retornar al FpV. Nada es estático, mucho menos el escenario electoral, que en este 2015 excluyó a varios actores que prometían protagonizarlo. Frente a este viraje reflejado en las encuestas, muchos jefes comunales negociaron su regreso al kirchnerismo con el afán de conseguir el arrastre de votos necesario para alcanzar la reelección en sus distritos.
A medida que los sondeos y los empresarios dejaban de acompañar al massismo, muchos se apuraron a abandonar el barco. Afortunadamente, la jugada salió bien para ellos porque del otro lado había un espacio político interesado en recibirlos. Si bien varios funcionarios del Frente para la Victoria, como Julían Domínguez y Aníbal Fernández, manifestaron de manera pública que la puerta estaba abierta para un regreso al oficialismo sin reproches, la pieza clave en el juego táctico de las reincoporaciones fue Wado de Pedro.
Con la cabeza agachada, "los arrepentidos" prefirieron ser cautos y evitaron pegarse bajo el ala de cualquiera de los precandidatos a gobernar la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, ninguno de ellos se escapó de reunirse con Wado de Pedro, el hombre de confianza de Cristina Fernández, quien mantuvo largas reuniones para ajustar cada una de las incorporaciones. Los jefes comunales hasta se fotogiaron con él.
Su tarea de reclutar a los dirigentes que se habían perdido en el territorio bonaerense tuvo su primer acierto con Sandro Gúzman, intendente de Escobar. Luego siguió Humberto Zúccaro, intendente de Pilar, que argumentó que "hay que cuidar la patria chica". Sus pasos fueron seguidos por Raúl Othaeché, edil de Merlo, quien no titubeó en afirmar: "Voy a trabajar bajo la conducción de Cristina, por la candidatura de Scioli".
Luego, logró repatriar a José Eseverri, de Olavarría, quien antes de oficializar su regreso se había mostrado cerca suyo. La última integración fue la de Gabriel Katopodis, intendente de San Martín, que se justificó alegando que "se necesita una propuesta que asegure las conquistas". Su retorno fue una de ellas, porque se identificó como uno de los primeros massitas y encabeza un distrito que cuenta con una cantidad importante de electores.
El desempeño de Wado de Pedro dentro del oficialismo es tan importante que fuentes muy cercanas a los precandidatos a gobernadores bonaerenses señalan que su nombre podría acompañar a alguno de los postulantes presidenciales del FpV en sus respectivas fórmulas.
En una entrevista reciente con Política Argentina, el diputado massista Gilberto Alegre enfatizó: "Ninguno de los que volvió al FpV lo hizo por amor al Frente para la Victoria". Seguramente tenga razón.
Sin embargo, históricamente la madre de todas las batallas electorales fue la provincia de Buenos Aires y las instrucciones para lograr el retorno al oficialismo de dirigentes fuertes en sus localidades fueron gestionadas desde la Casa Rosada por Wado de Pedro. A través de sus maniobras, que tienen a Cristina Kirchner como su principal mentora, se puede dilucidar una clara muestra de fuerza e influencia para mover los hilos políticos a lo largo del territorio bonaerense, el distrito más trascendente en términos político-electorales.