El Gobierno de Mauricio Macri sigue gastando en armamento de defensa y tras la compra de cinco aviones
Super Étendard Modernise (SEM) al fabricante francés por 12.5 millones de euros se abrió una pelea interna entre la Armada y la Fuerza Aérea para ver quien tiene el control y se queda con las nuevad adquisiciones que llegarán por mar en el mes de diciembre.
Es que la carencia de armamento lleva a que los jerarcas se disputen quien se quedará con los nuevos aviones. Tanto el almirante Marcelo Eduardo Hipólito Srur, y de la Fuerza Aérea, brigadier general Enrique Víctor Amrein, intentan sumar argumentos para quedárselos.
"Lo natural es que los aviones estén en la Fuerza Aérea y que todos los medios aéreos estén concentrados en un solo lugar. ¿Para qué quiere la Armada sumar aviones si carece de portaaviones?", expresaron desde la fuerza al diario La Nación.
Al argumento naval se agrega que el ministro Aguad considera que con el operativo de prevención de la seguridad del espacio aéreo durante el G-20
"es mejor tener las unidades aéreas en una base cercana, como El Palomar, que en la Base Naval de Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca".
"Nosotros tenemos los cazabombarderos A4 AR, que pueden cumplir funciones operativas similares a los Super Étendard. Pero es
muy probable que a fines de febrero queden fuera de servicio y desafectados, porque no hay una cadena de suministros y de repuestos", replican desde la Fuerza Aérea.