La lluvia no fue obstáculo. Vestidas de negro y paraguas en mano, miles y miles de mujeres (también, hombres) marcharon desde Obelisco hasta Plaza de Mayo al grito de “ni una menos” y “vivas nos queremos”. La jornada de lucha gestada tras el atroz femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata (en un mes que ya cuenta 19 asesinadas) había comenzado con una medida inédita: un paro nacional de mujeres, con cese de actividades en los puestos de trabajo, de 13 a 14. Luego, a las 17 y bajo una intensa tormenta, una marea con atuendos de negro comenzó a colmar la zona del Obelisco. La convocatoria se replicó en distintas ciudades del país e incluso en el exterior: hubo grandes marchas con el mismo fin en Chile, México, España, entre otros.
“Paramos contra los femicidios, que son el punto más alto de una trama de violencias, que anuda explotación, crueldades y odio a las formas más diversas de autonomía y vitalidad femeninas, que piensa nuestros cuerpos como cosas a usar y descartar, a romper y saquear. La violación y femicidio de Lucía Pérez muestran una línea sostenida contra la autonomía y capacidad de decisión, acción y elección y deseo de las mujeres”, leyó como documento de cierre el colectivo Ni Una Menos, que convocó a la movilización junto a un gran número de organizaciones. “Lucía fue considerada una cosa a la que hay que darle hasta que aguante y dejada en una sala de emergencias para hacer creer que había muerto de una sobredosis. No fueron las drogas, fueron los machos –resaltaron- La violaron y mataron en Mar del Plata horas antes de la represión en la marcha del final del Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario”.
La lectura de los motivos que llevaron al primer paro nacional de mujeres también hizo alusión a la desigualdad que enfrentan las mujeres, al modo en que la crisis económica las golpea con más fuerza que a los hombres:
“Paramos porque para detener a la violencia femicida necesitamos plantarnos desde la autonomía de nuestras decisiones y esto no es posible mientras el aborto no sea legal, seguro y gratuito para todas. Mientras las variables económicas sigan reproduciendo la violencia machista: porque nuestras jornadas laborales son dos horas más largas que las de los varones, porque las tareas de cuidado y reproductivas caen sobre nuestras espaldas y no tienen valor en el mercado de trabajo. Porque la desocupación crece dos puntos cuando se habla de mujeres, porque la brecha salarial es, en promedio, de un 27 por ciento. Es decir, que a igual trabajo, las mujeres ganamos mucho menos que nuestros compañeros. En un contexto de ajuste, de tarifazos, de incremento de la pobreza y achicamiento del Estado como el que propone el gobierno de la Alianza Cambiemos, nosotras nos llevamos la peor parte: la pobreza tiene rostro femenino y nos coarta la libertad de decir no cuando estamos dentro del círculo de violencia”.
Entre los reclamos por los que llamaron al paro, enumeraron no sólo los femicidios sino también “el disciplinamiento para todas que implica que Milagro Sala esté presa por mujer, por indígena, por haberse organizado” y “las formas en que en barrios como el Bajo Flores las adolescentes son asediadas y desaparecidas durante días, después de ser amenazadas y chantajeadas”, entre muchas otras reivindicaciones.
El colectivo Ni Una Menos, mientras la lluvia seguía, se preguntó “¿Cómo creamos otro mundo posible si las medidas tendientes a esa transformación como el Programa de Educación Sexual Integral son desmanteladas de a poco, o directamente no se aplican en varias provincias?
¿Cómo se atreven a comparar las pintadas sobre una pared con el asesinato y la tortura a una niña? ¿Cómo quieren que nos cuidemos si al mismo tiempo desde los medios de comunicación nos dicen que las que andamos solas y amanecemos muertas tenemos la culpa?”.
Las consignas se leían también en los distintos carteles que poblaron las calles, algunos cubiertos de bolsas de nylon para sobrevivir a la lluvia incesante.
“Estoy semidesnudo, rodeado por el sexo opuesto y me siento protegido. Quiero lo mismo para ellas”, decía la pancarta de un hombre que marchaba en cueros, en medio de un mar de mujeres vestidas de negro y con paraguas. “No me enseñen a cuidarme, enséñenles a respetarme”, rezaba otro de los letreros, apuntando a un cambio cultural que ponga freno a la violencia machista. “De camino a casa quiero ser libre, no valiente”, era otro de los mensajes. Y pese a la fuerza de la lucha y a una medida inédita que nació tras un femicidio atroz en Mar del Plata, la misma ciudad fue testigo en las últimas horas de la violación de por lo menos dos hombres a una joven de 19 años cuando iba a la escuela.