Lejos quedaron los casi cuatro millones de votos que Sergio Tomás Massa obtuvo en las elecciones de medio término celebradas en 2013. En aquél momento el posicionamiento del tigrense parecía ser el rumbo de una nueva era política. Del kirchnerismo residual desencantando con las políticas de la Presidenta Cristina Fernández, pero con la fuerza del aparato peronista bonaerense y los sectores que buscaban ese cambio.
Tan temprano empezó a correr Massa que la nafta parece habérsele acabado a metros de la largada final. Las herramientas que brindan la ciencia política permiten visualizar tres errores claros.
1. Las elecciones de medio término permiten al votante que no pudo ver reflejadas sus preferencias en las elecciones generales, lo haga en una nueva instancia. Asimismo,
ninguna elección de caracter legislativo se asimila a una de mandato presidencial.
2. Otro de los errores que recaen en este análisis es que
ninguna elección provincial se traduce en una elección nacional. Más allá de la gran cantidad de votos que Sergio Massa obtuvo en la provincia de Buenos Aires -que representa el 37% del padrón nacional-, el Frente para la Victoria se impuso en 17 distritos de los 24 que hay en todo el país.
3. La fuerza del Frente Renovador se centró en la ya olvidada "revolución de los intendentes". Esto se traduce como un error en la construcción de poder nacional, ya que la articulación de la fuerza quedó sometida al territorio bonaerense y a algún aventurado acuerdo en los demás distritos provinciales que desde 2011, y refrendados en 2013, se encontraban bajo dominio kirchnerista. Para este entonces, Massa había posicionado su fuerza como una victoria presidencial, también catapultada por los medios, en lo que tan sólo era una traducción de las frustaciones bonaerenses y porteñas.
Entonces, ¿cuales son las estrategias de Massa hacia el futuro?
1. De mantenerse en su posición actual y resistirse a declinar su candidatura a pesar de
la salida de varios intendentes, Sergio Massa podría arriesgar plenamente su futuro político arriesgándose a jugar en esta elección. El salto al vacío se debe a que
sus principales auspiciantes ya le anunciaron que no hay más dinero en la campaña, un factor sin duda fundamental. Parafraseando al popular personaje, Frank Underwood "el poder es más importante que el dinero, pero en tiempo de elecciones, el dinero es un digno contrincante”. Massa se sometería a una interna con el gobernador cordobés Jose Manuel De la Sota en donde se impondría, pero no tendría ni la estructura ni los recursos para ser competitivo en la general de octubre.
2. Otra de las salidas es el hecho de terminar declinando su candidatura presidencial. De esta forma, reciclaría su imagen conservando su banca en el recinto y podría volver a encantar a aquellos bonaerenses que lo eligieron en 2013, pensando una mejor estratégia para el 2017 o 2019. En base a la teoría de los juegos, no es la opción ideal pero es un subóptimo importante para tener en cuenta, ya que el resultado no es el mejor pero los costos no son tan grandes como en el primer escenario.
3. Por último, el mentor del Frente Renovador podría jugar con el espacio de Mauricio Macri como candidato a gobernador bonaerense. Atrás quedaron los tiempos del pedido por una gran interna opositora para competir con el candidato presidencial del FpV.
Aquí se abren dos nuevos caminos, dependiendo del futuro electoral de Macri a nivel nacional. Si el PRO gana y Massa se impone como gobernador, será el referente en la provincia de Buenos Aires pero no tendrá el mismo control del territorio bonaerense que le podría asegurar un triunfo bajo un sello peronista. De esta forma, en 2019 habría PRO a nivel nacional, pero la figura de Massa igualmente se vería diezmada en su apetencia presidencial porque carecería del armado del peronismo bonaerense.
En cambio, en caso de que el PRO pierda la elección, Massa terminaría cavándose su propia tumba. En un escenario de alta polarización política, en términos del politólogo italiano Giovanni Sartori, será imposible regresar al bando peronista tras formar parte de una fórmula antiperonista como se presenta el macrismo. Además, la foto del escenario actual quedará grabada en la retina de toda la clase política, lo que implicará un costo político muy dificíl de revertir.
Las opciones están sobre la mesa. La política argentina puede ser interpelada desde las relaciones de poder pero a pesar de las herramientas y los metodos, la imprevisibilidad cuenta con un papel trascendental.